lunes, 6 de junio de 2016

Nadie te prepara psicológicamente para tu cambio de vida (II)


     Mi evolución física a ido por un lado y la psicológica por otro; físicamente recuperé mucho (bueno, mucho teniendo en cuenta que al principio sólo movía los párpados y las cejas) en los dos primeros años; ya no tengo ninguna sonda, como y respiro por mí misma y como ya he dicho, me muevo lo suficiente para manejar mi silla de ruedas eléctrica con la mano derecha, utilizo el ordenador mediante el mouse también con esa mano, pero lentamente y el móvil con mucha dificultad. 

     Luego, en los diez años siguientes he hecho avances, por ejemplo, un año abro un poco más la boca, luego muevo un poco más el dedo gordo del pie derecho, luego aguanto un segundo más la respiración, etc. No los considero avances (puesto que no me sirven funcionalmente para nada), son cambios muy espaciados en el tiempo y casi imperceptibles para los demás. Pero para mí son suficientes.



     
     Mi evolución mental, me ha costado diez años y esos diez años, a trompicones; primero creí que era un sueño, luego pensé que mi situación era temporal ya que, estaba totalmente segura de que me iba a recuperar, luego me di cuenta de que estaba muy, pero que muy equivocada y entré en una fuerte depresión. 

     Hasta ese momento, ya habían pasado 4 años desde que me dio el ictus; 4 años en que culpaba al mundo de todo lo que me pasaba y en los que hice a mi familia la vida imposible. En los 3 años siguientes viví una vida que no era real, me explico, yo estaba temporalmente en un centro para discapacitados en Madrid, y mis amigos(puesto que casi todos viven allí) me llevaban al cine, al teatro, a cenar,a tomar algo, de fin de semana, de vacaciones, etc. Esa no era mi vida real

Y finalmente aterricé en el CPAP de Bergondo, donde llevo 5 años. Por desgracia, físicamente mi enfermedad me marca mucho los tiempos y mis avances, a los ojos de los demás, han sido muy pocos. Pero aquí psicológicamente he avanzando muchísimo; estaba muy claro que la vida de Madrid, con esa intensa vida social, no era mi vida real, ¿verdad? Aunque estaba muy claro, mi cerebro se negaba a aceptarlo y aunque ese tipo de vida social cesó de repente, porque mi familia, bueno mis padres, viven en un pueblo de Toledo y además porque mis amigos tuvieron niños y evidentemente ya no hacen la misma vida; yo cada vez que en el centro me dan vacaciones, me voy a casa de mis padres y en un pueblo de 5000 habitantes, os podéis imaginar la vida que llevo (aunque cada vez que me voy de allí, me cuesta llorar por dentro). Pues aunque todo estaba muy claro, mi cerebro tardó 3 años en aceptarlo.

     Y por fin hace 2 años, cai del árbol al que me aferraba con tanta fuerza y me di cuenta, de cual iba a ser mi vida real (aunque en realidad, yo yo lo sabía).


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