domingo, 14 de agosto de 2016

Fuerza


     Esta primavera, fui con unos compañeros del CPAP de Bergondo, a un pueblo de al lado; hacía muy buena tarde, estabamos tomando algo en una terraza y un chico(que motrizmente, le falla un poco el equilibrio aunque anda y la cabezita, pues la tiene regular) que estaba sentado a mi lado me dijo: pobrecita, me da pena que no puedas venir con nosotros a todos lados. Él se refería a que yo no podía montar en un coche normal, como todos ellos, yo necesito transporte adaptado: pero mi cerebro oyó las palabras pobrecita y pena y como un spunik activó la reacción de "subidón de rabia"="subidón de mala hostia", porque yo no voy a permitir que nadie me tenga pena o me llame pobrecita. 

     Mi novio de mi vida anterior en Salamanca me decía que yo era como un toro de santa coloma, que le enseñas el trapo y embiste rápidamente. Con los años he aprendido que es mejor pensar con la cabeza fría y a veces lo consigo, pero otras...Yo veo el trapo como un pastel de chocolate y aunque la parte racional de mi cerebro me dice: Mari Luz tranquilízate, la parte irracional me dice: Mari Luz a por el chocolateeeerrr. Estos "subidones" me dan a menudo y por diferentes motivos, aunque con los años voy intentando controlarlos. Pero también este mismo carácter me da la fuerza para ser muy capaz de todo, sin tener vergüenza ni miedo de nada ni de nadie.

     Bueno vamos al asunto, que me voy por las ramas.
Mi cerebro se dio cuenta de que, a veces, ese chico no piensa con claridad y las palabras que usa para expresar sus pensamientos, a veces, pues salen de una manera y otras, de otra. Y muy serena le dije: por estar en silla de ruedas no soy ni más ni menos que nadie, porque si tú vienes aquí en coche normal, yo vengo en taxi adaptado y aquí nos encontramos. Al mismo tiempo que le decía esto, yo estaba pensando, "imbécil, sino te sientan en tu silla, no puedes ir a ningún lado, aunque vengan 100 taxis adaptados". Pero lo dije con tanta vehemencia y aplomo, que creo que todos me creyeron.



     Una de las chicas me dijo, que fuerte eres. En ese momento mi fuerza estaba sustentada en un farol que me había marcado, pero en numerosas ocasiones me han dicho, que fuerte eres. ¡NO!
La vida a veces te pone en situaciones difíciles, y no te queda más remedio que seguir adelante. Yo no me considero una persona fuerte, si lo fuera igual podría haber dado la vuelta a mi situación y alcanzar la felicidad, no creo en la felicidad como tal, asique mejor digo, podría haber dado la vuelta a mi situación e intentar ser feliz. Creo que es capacidad de adaptación, pero no es fuerza. Te adaptas porque no te queda más remedio, pero no es fuerza; estoy convencida de que hay gente fuerte, pero yo no lo soy.
Hablando con una buena amiga me dijo que había visto un reportaje en el que un socíologo decía que, había dos clases de personas, las que se conforman con la situación que les ha tocado e intentan ser felices y otras que, no se conforman y viven amargadas.

     No me conformo y "creo" que no me conformaré nunca con mi falta de libertad, pero "creo" que no estoy amargada.
     Vivo con amargura, pero no soy una amargada . Es como tener una enfermedad, pero no estar enferm@.

No hay comentarios:

Publicar un comentario